Giorgio Mario Bergoglio haría bien en hacer una confesión sobre su vida antes de juzgar a los demás basándose en pequeños y grandes males. El mal divino no es accesible a los humanos. La gente tiene que intentar cada día hacer algo mejor en palabras y hechos.
El punto central de la existencia humana es la dignidad humana universal, indivisible y absoluta.
Dios está dentro de nosotros y no viene a nosotros desde fuera.
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